29 juillet 2007
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El desorden familial engendra mucha angustia y dificultades para situarse en los lazos filiales; así pues, también, en nuestras referencias hacia la identificación propia, en los sentimientos generados por el fracaso o por nuestra inadaptación social.
Aquel desorden familial también genera inseguridad, rencores, cinismo y hasta odio hacia la madre o hacia el padre que vimos dimitir o que no haya sabido mantener su lugar en la celula familiar...
(traducido de Christine Vander Borght in « Miser sur la compétence parentale ».)